Cierto es que hasta el día en que empecé la carrera, no me
había cuestionado el tipo de escuela que tenemos, pues deambulaba ciega por un
mundo regido por apariencias, que se encuentra muy lejos de ser lo que
aparenta. Me siento engañada.
Es ahora cuando me doy cuenta que desde el minuto que
empezamos la asignatura de Didáctica General, Miguel Sola ha conseguido que no
sólo me cuestione nuestro tipo de escuela, sino todo lo que no me había
cuestionado durante 20 años. A raíz de cosas que comenta nuestro profesor en
clase, los documentos proporcionados, los vídeos que hemos contemplado, (tales como
la conferencia de Tonucci y Sobre el
futuro de Juan Antonio Melé), y el proyecto llevado a cabo cuya incógnita
es, ¿qué escuela queremos para la sociedad en la que vivimos? creo haber conseguido, al menos desde mi
punto de vista, el veredicto de la cuestión.
Basándome en la información recogida por la entrevista, y en
mi entrada anterior que recoge mis elementos de interés de los documentos etc,
por fin voy a desvelar la escuela, que desde mi humilde opinión, hace falta en
la sociedad.
Para empezar, quisiera aclarar mi postura hacia aquellas
personas que consideran que la escuela no es necesaria. Este pensamiento
proviene mayormente de padres que tienen los recursos económicos y culturales
suficientes para poder permitirse que su hijo no vaya a la escuela. En Estados
Unidos, está permitido que los padres eduquen a sus hijos en casa, siempre que
éste pase unos exámenes estatales. Considero esto una auténtica
barbaridad. ¿Qué pasaría con la
educación de un individuo cuyos padres tuviesen recursos culturales o valores
equivocados o nefastos?
La escuela debe tener
la función de poder o bien completar/complementar la educación, los valores etc.
de aquellos individuos cuyos padres han podido dar una base de conocimientos
básicos a sus hijos, o bien servir de institución que eduque en valores y
conocimientos a aquellos que no han tenido medios suficientes como para haber
recibido unos conocimientos previos. Es decir, una escuela para todos, pero
sobre todo para aquellos cuyo entorno sociocultural de origen es incapaz de
proporcionar esos conocimientos. ¿Qué pasaría con aquellos niños que no han
recibido unas pautas educacionales básicas, valores etc. si no existiese la
escuela?
Puestos a hablar de padres, hace falta una mayor
colaboración entre la escuela y éstos. Eso sí, para que esto sea posible, hará
falta cambiar el sistema escolar, pues como bien dijo Manuel, incluso las
tutorías las ponen en horario laboral. Haría falta que ambos trabajasen al unísono
para que la educación fuese óptima. En Finlandia, los padres pueden ausentarse
del trabajo para asistir a tutorías, o simplemente querer ver la educación que
se le está proporcionando a su hijo, cosa impensable en España. Las escuelas
llaman a servicios sociales cuando notan que un padre no está implicado en la
educación de su hijo. Cierto es que no se puede copiar un sistema educativo de
otro país, pero sí convendría escoger elementos que nos beneficiasen.
Educar no sólo es la trasmisión de contenidos, sino que
también implica su forma de trasmisión. Cuando se educa, se ha de presentar dos
visiones sobre el asunto en cuestión, para que el individuo pueda reflexionar y
llegar a su propia conclusión. De no ser así, estaríamos adoctrinando. Se debe
motivar al alumno de manera que éste vaya a la escuela por gusto y para que
quiera aprender porque tenga interés en lo que se le enseña. Esto significaría
que las metodologías tecnócratas deberían abolirse directamente para dar paso a
metodologías innovadoras que motiven intrínsecamente al alumnado.
La escuela no debe
ejercer como una institución que fomenta la exclusión, segregación, y
clasificación del alumnado, sino todo lo contrario. Por ello, todas las
escuelas deberían tener la misma calidad de educación, debe existir la
diversidad, debe satisfacer las necesidades de cada miembro de la escuela... Si
todas las escuelas tuviesen la misma calidad educativa, como surge en
Finlandia, no serían necesarias las escuelas privadas. La diversidad es
necesaria para nuestro desarrollo, nos enriquece como personas. Aprendemos más
de nuestros iguales que de nuestros desiguales, por tanto, no considero, al
contrario que Tonucci, que la coetaneidad sea pobre. Aunque eso sí, se ha de
fomentar las relaciones interactivas entre miembros de diferentes cursos, pues
se da un aprendizaje mutuo. Por ejemplo, en la escuela Gracia de Málaga los
alumnos de 6º Primaria, han "apadrinado" cada uno a un alumno de 1º
Primaria y les leen un cuento cada semana.
En cuanto a los maestros, éstos ejercen una labor muy
importante y trascendental en la vida de sus alumnos. Coincido con Lola Urbano
en que tener un buen maestro no debería ser cuestión de suerte, sino que
debería ser un derecho. No deberían existir maestros mediocres, pésimos e
incompetentes. Los maestros deben satisfacer las necesidades de cada uno de sus
alumnos, debe tratarlos desde un ambiente de amor y respeto mutuo, educándolos
no sólo con contenidos teóricos, sino también educando a y desde el
sentimiento. Como dijo Aristóteles," educar la mente sin educar el
corazón, no es educar en absoluto." Debe comprender y confiar en las
capacidades de sus alumnos, pues, ¿si los maestros no confían en las
habilidades y capacidades de su alumnado, quién lo hará? Debe motivar e
incentivar a su alumnado a que investigue, sea creativo, reflexione, tenga
criterio propio...preocupándose por ellos. Y sobre todo, cuando enseñen, que
enseñen a la vez a dudar de lo que enseñan.
Por último, pero no menos importante, hace falta una escuela
desvinculada en la medida de lo posible de la política, pues está más que demostrado
que ésta la corrompe. Convendría que se impusiese una ley que prohibiese las
reformas educativas cada vez que se cambiase de partido político, imponiendo
una ley general de educación intocable esté el partido que esté en el poder.